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Egresados por el mundo

Javier Lacunza: Desde Bruselas, Monterrey y Roma, hasta volver a España para terminar desembarcando en Pamplona
Javier Lacunza

Javier Lacunza Arraiza, 35 años, acaba de llegar a Pamplona, su ciudad natal, para hacerse cargo de la gerencia de la Empresa Navarra de Servicios Culturales SA (ENECSA), una sociedad pública del Gobierno de Navarra que aglutina a Baluarte y el Planetario de Pamplona. Ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Pública de Navarra y Máster Empresas por la MBA (2008) en Madrid, a pesar de su juventud cuenta con una amplísima experiencia en el mundo de las telecomunicaciones y la gerencia empresarial, que comenzó en Bélgica, siguió en México y continuó en Italia hasta volver a España, donde, tras una estancia de trabajo en Madrid, una interesante oferta del Gobierno de Navarra le ha hecho aterrizar en Pamplona. "Hay que ser humilde", asegura este ingeniero que habla cinco idiomas y conoce otros dos. "El moverme de un sitio a otro, por diferentes países y empresas, me ha permitido conocer a gente con una preparación profesional realmente envidiable. Todo depende de con quién te compares…"

Un ingeniero de Telecomunicación en el mundo de la gerencia empresarial… ¿Qué te hizo estudiar "Teleco"?
Pues la verdad es que a mí la ingeniería me llamaba la atención pero la aeronáutica o Caminos, lo que me hubiera obligado a salir de Pamplona pero en ese momento prefería estudiar aquí. Empecé a estudiar sin mucha idea de qué era aquello y un poco por carambola. Tuve alguna incertidumbre en la carrera. Además los primeros años eran muy teóricos. Con la parte más práctica, terminé de aterrizar, sobre todo cuando llegaron las primeras prácticas profesionales y vi las diferentes áreas que se podían atender: comunicaciones por satélite, electrónica digital, cálculo, etc.

Unas prácticas que te llevan a Bruselas…

Sí, allí me fui en 1999 con otros dos compañeros de clase a hacer el Proyecto Fin de Carrera y allí terminé quedándome hasta 2003. Hice las prácticas en el Departamento de Microelectrónica de la Universidad Libre de Bruselas. Los tres que fuimos conseguimos empezar a trabajar en la misma empresa, CiscoSystems, una especie de empresa "cazatalentos" que cuida muchísimo a sus empleados, muy reconocida en el sector y que, por destacar sólo un aspecto, llegó a emplear en algún año nada menos que el 16% de su facturación en inversión para investigación I+D. Allí fueron mis primeros pasos como técnico. Hay muchos estudiantes de la UPNA que han trabajado en esta empresa formando en su momento una importante cantera.

Y después vuelves a Pamplona…
Vuelvo a Pamplona en 2003, después de dos años y medio, para entrar a trabajar a Ilpea, una multinacional italiana en gran expansión con dos plantas en España, una en Aoiz (Navarra) y otra en Barcelona, dedicada a la manufactura del plástico. En realidad era un puesto técnico con destino en Monterrey (México), que me exigía una preparación previa, pero una oportunidad que no quise perder. Estuve realizando unos cursos en Barcelona sobre financiero y contabilidad, entre otros, y formándome también en la central en Italia sobre procesos productivos. Pasé una serie de entrevistas, les cuadró mi perfil, no sólo por el currículum sino posiblemente también por mis ganas y optimismo.

¿Cómo fue la experiencia en México?
Una auténtica aventura aunque fue un trabajo intensísimo pero que me curtió mucho. Trabajaba dieciséis horas al día todos los días de la semana, sin parar. Allí pasé el 2004 encargado de desmontar una planta, sustituirla por una nueva, poner en marcha la producción y rentabilizarla, toda una aventura. Mi idea era trasladarme con la empresa a Brasil pero finalmente la propuesta que me hicieron fue estar tres años en México, algo que en ese momento no me cuadraba, por lo que en ese momento decidí volverme a España.

Así que de nuevo regresas a Europa…
Sí. Y de nuevo a CiscoSystems, la empresa de mis inicios, de donde recibí una nueva oferta de trabajo como consultor de redes para Telecom Italia. Poseía ya para entonces el certificado CCFI, que otorga en España la máxima calificación de experto en redes con un examen que había superado en Bruselas en 2002. Pasé la entrevista y me marché a Roma, donde estuve dos años, del 2005 al 2007. Fue una experiencia como consultor de redes.

Lo que supuso una vuelta a la ingeniería…
Y lo que me implicó un trabajo importante de reciclaje porque el mundo de las redes y la tecnología evolucionan muy de prisa. Fue una gran experiencia trabajando en una empresa de ámbito enorme y de un espectro muy amplio, desde centros de datos hasta redes de campus y de aire extensa, entre otros. Recuerdo la interesante experiencia que me supuso poner en marcha junto con un equipo las redes informáticas en las Olimpiadas de Turín, con todos los problemas de última hora que aquella operación supuso.

Y el mundo de la telefonía es el que te devuelve de nuevo a tu país de origen…
En 2007 vuelvo a Madrid para el desarrollo de una nueva idea de negocio promovida también por CiscoSystems en la que estuve trabajando tres años más, primero para Telefónica y después para operadoras alternativas. Mi función en este tiempo fue la de ser soporte de todo el equipo comercial de cabecera de la zona mediterránea, que cubre España, Portugal, Grecia, Chipre e Israel. En la última época, ya en 2010, vuelvo a Telefónica, donde me encargué de un nuevo proyecto ligado más al mundo de la telefonía e internet entre España e Inglaterra, que me llevó a viajar con mucha frecuencia a Londres dentro de un ámbito más comercial.

¿Te gusta viajar por trabajo o es que estás ya muy acostumbrado?
Trabajar fuera es muy gratificante. En el entorno habitual las reacciones de la gente son fácilmente predecibles pero cuando sales de aquí te ves obligado a hablar en otro idioma, a tratar con gente que tiene estilos de vida diferentes al tuyo y, encima, tienes que convencerles de que tu producto es el mejor, de negociar con ellos en un idioma que no es el tuyo, lo que implica un juego de matices a poner en marcha que te obliga a pensar y a superar cada día nuevos retos.

Y te obliga también a tener un buen nivel de idiomas, cinco, en tu caso…
Bueno, hablar un idioma son palabras mayores. A veces se dice con mucha facilidad que hablamos un idioma y hacerlo significa desenvolverte en cualquier tema. Hablar un idioma significa muchas cosas. Yo siempre digo que sé trabajar en cinco idiomas diferentes (español, inglés, francés, portugués e italiano), y que tengo algunas nociones de holandés y ruso.

Habrías sido un buen estudiante…
En Bachiller, sí. En la universidad, normal. Fui el primero de mi promoción en el colegio Jesuitas (1994). En la Universidad ni siquiera era de los mejores de clase, lo que pasa que fue una época en la que aproveché para hacer muchas otras cosas. Para mí la universidad debe ser algo más que estudiar. Yo diría que es una plataforma multidisciplinar muy interesante. Allí redescubrí la música, conocí a mucha gente, practicaba deporte… El hacer actividades paralelas al propio estudio también me ha enseñado mucho. Por ejemplo, me ha facilitado la comunicación a nivel de trabajo porque te prepara y te da recursos para hablar de diferentes temas.

¿También habrías aprendido de las clases, no?
Tuve muy buenos profesores. Recuerdo especialmente a Alfonso Carlosena, "muy duro pero excelente" y a Vicente Madurga. La verdad es que yo entre semana vivía en la Universidad. Me pasaba el día allí, de sol a sol, y aunque vivía cerca, ni siquiera solía comer en casa. Eso sí, los fines de semana desconectaba y los dedicaba a la música y al deporte.

Porque has estudiado música también…
Fui alumno de la Escuela Joaquín Maya, me gusta mucho la música y toco varios instrumentos (piano, contrabajo, flauta, violín, guitarra…) unos mejor que otros. He participado en algunos grupos y soy también bastante aficionado a instrumentos sudamericanos. En Bruselas toqué en un grupo de fado portugués. Creo que mi perfil de músico ha sido también otro aspecto a tener en cuenta para que ahora me encargue de la labor de gestión en Baluarte. No sólo hay que saber llevar las cuentas sino tener cierta sensibilidad por lo que esa empresa está haciendo.

Has vuelto a casa de la mano de un interesante desafío laboral…
La verdad es que yo soy un poco culo inquieto y me encantan los nuevos retos de trabajo. No voy a negar que a veces he sacrificado mi vida personal con tantos viajes por motivos de trabajo pero no estoy arrepentido de ello. Simplemente, a veces creo que es lo que toca. Quizás tenga eso que ver con el grado de satisfacción que te produzca tu trabajo y a mí el trabajo para que me interese, me tiene que divertir.

Y Baluarte y Planetario lo hacen…
A veces se te presentan retos que no eliges por cuestión de una nómina. He llegado a una sociedad pública que, en algunos aspectos, poco o nada tiene que ver con la empresa privada. Pero creo que la oportunidad lo merece. Me gustaría redimensionar este microcosmos que es Pamplona y, a través de Baluarte y sus congresos, tratar de dar una mayor proyección internacional de esta ciudad. Llevo poco tiempo y sé que hay mucho trabajo por hacer pero también veo que me he topado con un equipo humano y profesional fantástico. De momento, mi misión es escuchar mucho, observar, reflexionar y, a partir de ahí, rediseñar una estrategia de trabajo y de gestión.

Te has movido por diferentes países como lugar de trabajo y ahora tan cerca de casa…
Bueno, eso te ayuda también a darte cuenta de una equivocada impresión que tiene mucha gente a la que no le toca viajar tanto y es la creencia de que mucho de lo que hay fuera es mejor. En mi caso, tengo que decir que cuanto más he salido, más he valorado lo que tenemos aquí, por ejemplo, en servicios públicos, sobre todo los relacionados con la sanidad o el transporte, por ejemplo.

Pero, a pesar de esto, recomiendas salir de aquí…
Sin duda. Hay que salir a ver el mundo para abrirse de miras.

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